Morimos

Vivo muriendo, muriendo vivo
Muero, nada me hace vivir más
Delicia de morir
En la muerte de este cuerpo corruptible
nada lamento
¿Dónde están los que viven?
Comprobando que ni muerte ni vida los mata
Alargando al morir su existencia
Muriendo en vida para no sucumbir
a lo muerto que de vida se disfraza.

Crying

I can´t cry like I used to. No sé qué es. Ya no puedo. Aunque sufra por algo, no lo sufro como antes y aunque en algún momento sufra así ya no puedo llorar. No sé si es bueno o malo. No sé si se ha bloqueado algo dentro de mí o si desapareció. Ahora sólo puedo llorar por una causa, algo que me desespera, me entristece y va más allá de toda mi voluntad y de mi esfuerzo, porque no tiene que ver conmigo y aún así estoy involucrada. Esa es la causa de mi llanto, lo que me lleva a gritar. Y cuando lloro, siento que también sale el llanto contenido por la gente que se ha marchado, por la que ha cambió a mal, salen todas las lágrimas de no poder acercarme más a él, y otras que ni siquiera sé por qué están. Supongo que lo que pasa entre ellos no debería afectarme tanto; no puedo desligarme. Quiero que las cosas comiencen de nuevo, que todo resulte como nunca resultó, como jamás he visto que resulte, como sólo por tener esperanza creo que algún día entre dos personas puede funcionar. O que simplemente todo se acabe. No está en mí la responsabilidad, ni la culpa que tanto me ha carcomido y que ahora he decidido me esfuerzo por arrancar de la piel. No soy la solución, está en ellos, en algún rincón oscuro escondido por espinos. Pero no tengo parte directa. Y así me lastiman también.

Braulio y la sombra misteriosa

Las vacaciones terminaron y Braulio tenía que dormirse temprano. Al día siguiente llevaría a la escuela uno de sus regalos de navidad. Después de bañarse y jugar con las burbujas, Braulio se acostó en la cama. Mamá le dio un beso, lo arropó y puso junto a su almohada a Gaby la ardilla.

Dos horas más tarde, Braulio despertó, aún estaba oscuro, los ruidos de afuera eran muy extraños, como si hubiera lobos caminando por ahí; abrazó a su ardilla de peluche, cerró los ojos y se tapó con las sábanas y cobijas. En ese momento los ruidos se acabaron, unos segundos después Braulio se destapó la cara, al abrir los ojos sintió que había algo moviéndose en el cuarto, probablemente un extraterrestre. Braulio volteó a la derecha, volteó a la izquierda, pero lo único que logró ver fue una gran sombra moviéndose en la pared, la miró dos segundos. Parecía tener muchos brazos y una boca llena de dientes filosos. Braulio tembló y trató de esconderse, entonces recordó que él siempre jugaba a ser un tigre, y realmente lo era. Un niño tigre haría cualquier cosa menos meterse abajo de las sábanas. Así que Braulio comenzó a buscar al extraterrestre, se arrastró por debajo de la cama, los obstáculos lo atoraban, había cosas desconocidas y peligrosas, casi no podía ver, pero se libraba de todo y de todos. En el armario, un brazo lo tomó del cuello para comérselo, luego vio que sólo era el suéter de su abuelita. El extraterrestre no aparecía en ningún lado. Braulio decidió mirar la sombra fijamente, pero ya no parecía la de un extraterrestre, ahora sólo parecía la de un árbol.

Por la ventana entró su gato rallado, proyectando una gran sombra. Braulio lo sostuvo en sus brazos y caminó hacia la ventana. Afuera un árbol se movía. Entonces lo comprendió todo, ahí se fueron a esconder de él los extraterrestres.

Se acostó. La luna estaba más brillante que nunca, el gato salió por la ventana. Braulio había
triunfado, ahora los extraterrestres tenían miedo de él.

TheSconek-T

Todo está en oscuridad, por alguna razón siento mis oídos cerca de las bocinas, aún reinan los murmullos en este lugar, entonces las ondas sonoras se detienen y brilla una luz que es sensual; verde, naranja, roja y negra, gira. Gira tenue, mi cuerpo presiente el deleite de lo que sucederá, por fin abro los ojos. Ahí está él, es tan parecido a los demás, elegante, pequeño; dos manos lo acarician en silencio, son las manos de su alma.

Mis oídos despiertan del letargo, queda abajo el reino de los susurros cuando un amante violento comienza a musitar palabras de amor a su dama, como por arte de magia las escucho y siento que son también para mí; es tan grave su voz que envuelve, y me arranca súbitamente un suspiro; pero mi alma no es la única suspirando, aquella que veo sufriendo un agudo dolor la acompaña, es un alma inquietante, sus manos acarician y no lo hacen ya en silencio, bañada de vida en luces púrpuras, la vida se le va en el suspiro y regresa en suavidad de olas, un negro viento besa su cabello, vuela hacia mí con agonizante risa y al besarme explota en la atmósfera.

Este hombre ha hecho explotar al viento, un destello me llamó a verlo, él sabe algo que yo sé, me observa, es real, cierra los ojos y asiente con deleite; el hombre lo sabe, conoce el ritmo de mi corazón, tengo la sublime impresión de que sus latidos son iguales, también los conozco y al mezclarnos me conecta con el amante y el alma. Enmudezco, mi cuerpo es el que habla y dice que entiendo, aquí estamos, en otro lugar; voy a despegar sobre las olas de nuestros latidos y él me señala con ondas constantes un camino hacia el mar.

Creo no poder dar el salto pero cuando me doy cuenta ya estoy flotando; un elegante vapor rodea el lugar añadiéndole tonos inexistentes y hermosos a lo que parecía ser ya perfecto. Ese galante vapor no puedo palparlo, es una ilusión, el toque final para completar una memorable noche de irrealidad.

La música adecuada nos puede hacer soñar; así, música y nada más.

Calla

Enmudece tu mirada
Gritos de la frente
suenan mientras callas
labios secos, los minutos otra vez
Nombra el alma
que no escucho
mas lo sé todo de mí
Un segundo la mirada
ya de pronto se te apaga
un segundo en la semana.

Engaño

El engaño parece tan dulce, mentirse a uno mismo cuando conviene. Pero en el interior sabemos siempre la verdad, mejor enfrentarla desde el principio, todo sale a la luz, algún día se agotan los engaños y no se halla qué más usar, he notado que un mal día para cada engaño todos los velos se van y la comodidad para siempre se escapa con ellos.
Un niño puede ser burlado, aún es bueno callar ciertas cosas a su lado, pero a mí me engaña solamente mi propio corazón. No soy buena, nadie lo es y hay días que palpitan sólo mentiras y dolor. Cuánto duele gritarle a la mirada tibia que sale del interior, ¡No me engañas más!
Mientras más tiempo callamos, más difícil es el día en que esos velos se terminan ¿Para qué alargar la llegada de lo que viene? Hasta la luna es como es, nunca será como quisiéramos verle.

Fidelidad

Me amas tanto y ese es todo mi consuelo, es mucho, es suficiente. Aún sobra y se derrama en mí tu paz. Soy débil pero no te suelto, no te suelto porque sé que estás aquí y mientras más débil soy, más fuerte me sostienes y más fuerte me convierto. Tú conoces bien lo que hay en mi corazón y aún así no me has dejado de amar, me lo demuestras en el momento más inesperado y me escuchas cuando te hablo porque aquí están tus oídos y tus ojos. Lo que tengo en ti no puedo tenerlo en nadie más, es completo y es verdad. Me sorprendes, en tus ojos no hay condenación, sólo hay paz, comprensión y amor, sólo así es como puedo respirar, pues este mundo sigue siendo difícil, hay días en los que se vuelve un poco más. Aún todas las cosas de las que tengo necesidad ya las sabes y la vida, con todo, es un regalo que poco a poco desenvuelvo. Hasta en el día más terrible eres fiel.

Palabras

¿Soy poeta?
O me salen las palabras al silencio
¿Soy poeta?
O rescato de los ríos el desierto

¿Soy poeta?
O callando existen sólo mis palabras
que se tiñen con el sol de una mirada
resplandecen, vuelan alto

son guiadas por mil soles
Palidecen en su esfuerzo
y temblando reconocen aquel frío
Cuando salen, ya no hay sol
palabras mías, cuando salen.

Mi amigo

Me estás viendo desde ahí, tan callado, ocultas de negro el reproche que hay en ti, he tratado de no mirarte, hasta había creído olvidarte y me puse a soñar con uno mas alto que tú, un cello al que ni conozco. Ya no sé que decirte violín. Adriana escribió acerca de tu buen amigo, ese violín con quien cantabas tartando de afinarte; por eso recordé los tiempos preciosos en los que sufrimos y gozamos juntos.
No puedo creerlo, te lleve tan lejos, cruzamos mares y continentes juntos y ahora estás ahí, muriendo por el abandono, día a día enfrente de mi. No sé que decirte, he encontrado algo que me hace tan feliz, escribo más horas de las que en aquellos tiempos pasaba contigo, pero eso no significa que no pueda dedicarte tiempo a ti.
No hay excusas, te deseo tanto, quiero afinarte, escucharte, tenerte en mis manos horas para lograr algo mínimo y llenarme de satisfacción. ¿Qué va a pasar entre nosotros?, si regreso a tí ¿Me perdonarás? si no regreso, ¿podré realmente olvidar?

De como retomar las clases de violín

Ana y Lucía están sentadas en una cama. Acaban de hacer ejercicio y traen pants. El escenario tiene una iluminación tenue. Ana luce nerviosa, Lucía está acostada en la cama, relajada. Escuchan la inquietante melodía de un violín.

Ana. ¿Tengo que decirlo de esa manera?
Lucía. Claro que no
Ana. Algo me hace sentir que debo...
Lucía. Dilo como quieras, ¡A quién le importa!
Ana. A veces me complico demasiado
Lucía. Sí, como cuando crees que tienes que saber totalmente la técnica de algo para poder hacerlo
Ana. En el caso de lo que iba a decir que quiero hacer es realmente necesario. Además en cuanto a otras cosas también es necesario, por eso entré a estudiar
Lucía. Claro, pero también la práctica es importante, en el caso de lo que haces probablemente sea hasta más; como con el guión de radio que has estado escribiendo
Ana. Yo creo que me ha servido mucho... pero creo que ya me está afectando demasiado. No sé, ¿Qué tan malo puede ser tener que escribir diálogos, sonidos, etc. en lugar de sólo narrarlos? Además no sé como indicar tantas cosas... tengo que preguntarle a Carmen
Lucía. Lo mismo pienso yo, pero mira como lo has disfrutado, ya faltan pocos capítulos para terminar y... bueno no estámos aquí para hablar de eso ¡Di ya lo que ibas a decir!
Ana. lo diré después, tengo prisa, me voy a apurar
Lucía. siempre con esas tonterías, ¿Cuándo se te va a quitar?

Los campos de Cherry

Después de doblar la litografía hasta dejarla muy chiquita y ponerla en mis Manos, Rogelio me dijo que cuando la guerra terminara nos veríamos aquí, se subió al tren y desde entonces no lo he vuelto a ver. -Dijo al gato sentado a su lado.
Frente a ellos el paisaje era verde y estaba moteado de flores rojas y amarillas, la vegetación se alzaba tan lejos y alta que era casi imposible mirar el horizonte. Se abrieron camino entre los campos de flores y ella gritó ¡Rogelio! Pero sólo los embriagantes árboles y las plantas balanceándose la saludaban. –¡Despierta! maulló el gato. Habían pasado horas y Rogelio no llegaba. Al abrir los ojos, Cherry sólo vio manchas verdes, rojas y amarillas que la cubrían. –¡Rogelio! Gritó de nuevo. Las manchas se balanceaban. –Disculpa Cherry, tienes que despertar ¡escucha!
Los colores se embarraron en el horizonte mientras ella tiraba hacia atrás con desesperación. De pie en su habitación, Cherry escuchó el canto de las aves mientras su gato, subido en un mueble, arañaba una litografía de Gustav Klimt pegada en la pared.