En el 2008 dije

En el 2008 para la clase de Eduardo Casar (por cierto qué maravilloso profesor, me gusta que haya sido mi maestro) escribí esto a lo cual le he realizado un ajuste:

Me gusta…

Me gusta cantar con sentimiento cuando no hay nadie, me gusta llorar por el sonido de un violín, la luz del sol de las cinco de la tarde en mis ojos, ver a mi papá descalzo pintando sentado en la alfombra, el seseo de la voz de mis alumnos de kínder y la manera en la que cierran los ojitos cuando describen algo. Me gusta el morado, mis tenis vans de cuadritos pero más los que me regaló mí hermano, me gustan los tréboles, deslizar una pluma negra sobre cualquier superficie suave sobre todo si es piel o papel. Me gusta mi nombre y mi apellido, las cosas con brillitos aún que me da pena admitirlo, los brincos que dan las aves al caminar, las cerezas. Los hombres mayores, derechos, de cabello blanco, ojos limpios y que me vean con sutil galanura; me gustan los anillos con mariposas y que mis alumnos los vean y que a su vez les gusten.

Me gusta la voz de Cazar y también la de Serrat, las sonrisas con brackets, los hombres tímidos y con carácter, los salones con la luz apagada, Cold Play, el amor eterno e inagotable de Dios, esforzarme y lograr llegar temprano, escribir sin respetar el pautado del papel. El cabello limpio de los hombres. Las pecas, el helado de yogurt con chispas de yogurt, el cuello en la parte de atrás debajo de las orejas en los hombres. Me gustan los músicos, el acento irlandés, los sonidos de frecuencia baja, que las manos de la gente sean casi tan importantes como su rostro, los directores temperamentales, los directores argentinos, que la luz del sol entre por la ventana cuando hace frío, pararme ahí y sentir un poco de calor, me gustan los dibujos de ositos, me gustan los hombres, las cicatrices y sus historias, que crujan las manzanas, los gatos negros y su elegancia, me gusta eventualmente no poder evitar reírme de algo que hagan mis alumnos de lo cual supuestamente tendría que enojarme. Decir el nombre de las personas cuando las veo y platicar con Adris de cuando Lupe, ella y yo íbamos en secundaria y de todo lo que ha pasado desde entonces.

Me gustan las gelatinas y el gerber, los hombres con barba, dar consejos, el elote, no tener que lavar nada de ropa por que todo está limpio, strawberry fields forever, desechar lo que ya no me sirve o que ya no uso, sobre todo si es ropa. Me gusta la melancolía esporádica, mis piernas, contestar el celular y que sea mi hermano el que está del otro lado de la línea, creer que ya es tarde y que sea temprano, no sentirme sola aunque no esté con nadie, poder estar a gusto con alguien en silencio, no contestar el teléfono, tener esperanza, la espuma del capuchino con mucha canela, cantar fuerte y también bajito, no decir nada, el sonido de las máquinas de refresco, las telas de algodón, reírme, los Beatles, disfrutar perdidamente del cine, ir en el coche camino a Papantla y que el viento me despeine, que me valga y que poco a poco el aire tenga más textura. Me gustan las fotos de Sydney Australia, platicar con las cocineras a las que nadie les hace caso, hablar como papanteca, que algún alumno me hable en inglés aún que lo haga mal, Van Gogh, la Luna, llorar con un sentimiento de desolación en el cine por algo que solo ahí es real y que nadie me vea.

Me gusta quitarme el uniforme de maestra y ponerme unos pantalones cómodos aún que después me los quite para vestirme e ir a SOGEM. Me gusta saltar una cadena que hay cerca del kínder, los paraguas transparentes, meter mis dedos entre el cabello suave de un hombre y jalarlo hasta que él grite o quizás un poco más, a veces un poco menos, generalmente tengo que resistirme para no hacerlo pues me veo tentada a cada momento. Me gusta poder disfrutar de los gritos de mis alumnos en la clase de deportes cuando la responsabilidad es de ese maestro. Hacer sonreír a una persona jetona, la palabra púrpura, entrar al salón y que mis niños corran a abrazarme las piernas gritando ¡Miss Ana Lucía! Y que Aline haya decidido decirme Miss Anita. Me gusta la hora de la salida porque puedo estar un poco más relajada con ellos contándoles cuentos que inventé en el momento y que se sorprendan y me pidan más historias, me gusta la hora de la salida porque puedo platicar o jugar con ellos un rato. A veces sólo los veo y me paro donde da la luz del sol.

Me gusta incomodar a la gente desagradable, el café, el cine francés, el crujir del vidrio, el ruido de los coches en la carretera, cantar en el coche, estar con mi hermano, reírme de estupideces con mi mamá y que mi papá no sea sentido, que Elisa me entiende, dibujar tréboles, actuar, la gente extraña, entender a los demás, el póster de la película Amélie el cual tengo pegado en mi cuarto junto a uno de Astro Boy, debajo de la foto tomada hace tres años donde estamos Lupita, Adriana y yo que está abajo del poster de los Beatles, el cual está junto a una litografía de Gustav Klimt. Leer, despertar temprano y tener tiempo sola y para mí, me gustan los marcianos, Jane Austen y el aroma de la vainilla sobre todo en el mercado de Papantla. Esta semana me acabo de dar cuenta de que me gustan los perfumes. Me gusta saber que para Él soy hermosa, especial e importante y que no necesito de nadie más. Me gustan también los dibujos de bailarinas y recordar que de niña quería ser Chun Lee. Me gusta la sonrisa de gatito de Teodoro, me gusta que me gusten tantas cosas que no pienso escribirlas y que sean más que las que no me gustan. Me gusta despertarme sin el despertador y me gusta no poder tener todo lo que quiero y saber que si quiero algo puedo esforzarme por alcanzarlo y que no por todo puedo luchar y que sé que me gusta sentir un deseo porque me hace avanzar.

Y Ahora ¡Taraaaaaan!

Y Ahora ¡Taraaaaaan!

Me gusta 2010

Me gusta…

Me gusta cuando él hace la cabeza hacia atrás y puedo ver sus labios entreabiertos; mis pantalones de franela, los de ratoncitos y los verdes; lavar la ropa a mano mientras canto, estirarme y sentir lo flexible que soy, bañarme antes de las dos, la luna cuando se ve mucho más grande de lo normal; me gusta la voz de él y sus palabras, que se acerque a mi cabello; ir al cine y compartir una película con todos los que están ahí sentados, mi abuela al bailar moviendo los hombros y su mirada azul coqueteando, el primero de Enero, el 27 de Julio; me gustan los ojos de él, sus pupilas, su piel tan perfecta y morena, poder escribir que me gustan su cabello, sus ojos y su piel y que los tres son diferentes tonos canela; escribir a mano con la pluma deslizándose y las letras dibujando un nuevo sentido en el papel, ver zapatos morados en los aparadores; la elegancia de los gatos cuando caminan, cuando se lamen y estiran las patas; las mariposas en donde sea y más que nada si vuelan junto a mí, los gatos desconocidos que se portan amistosos, los gatos amistosos que se portan desconocidos; me gusta sentir el cabello de él, tenerlo entre mis dedos y no lastimarlo, pensar que tal vez le gusta cómo se siente, quedarme con ganas de sentirlo más; me gusta cuando Dios me habla de forma clara y yo lo entiendo; me gusta un solo guitarrista y más me gustan sus manos, me gusta nunca antes haber visto unas así; los violoncelos, la noche, el teclado de mi computadora en mis dedos, correr, llorar, reír tanto que no pueda respirar hasta que grite, las sudaderas con gorrito, las chamarras con gorrito, las bufandas que no son bufandas pero tampoco chalinas, el olor a coco de los bloqueadores solares, comer con las manos, las mañanas, la sinceridad de mi papá, la fuerza de mis amigos; la fuerza de Dios en mi debilidad, todo lo que Dios hace porque es perfecto y hermoso lo entienda yo o no, su amor y la forma en que me cuida como hija, como amada, como amiga, la libertad que me da y cómo me enseña a tomarla, lo amo y quiero vivir siempre con Él y en Él; ponerme los tenis sin tener que desamarrar y amarrar las agujetas, dejar las agujetas de los tenis medio flojas para poder ponérmelos y quitármelos así nada más, haber llegado a esta ciudad, la construcción/destrucción sobre Zapata-Félix Cuevas que está tan ciber-punk; me gusta que él escribe mensajes de una forma en la que no les voy a decir a ustedes, las extremidades de sus labios, su risa cuando está nervioso, pensar que podría llenar esto de cosas que me gustan de él pero que me las guardo y que algún día se las diré a él, pero no le diré todas, al menos no al mismo tiempo; las diferentes tonalidades de verde juntas, que La Maga se llame Lucía, que Serrat haya escrito Lucía; la escena de la Aldea en que la protagonista espera a su Lucius con la mano extendida, hasta que Lucius llega antes que el peligro, la toma, está ahí con ella, entran a la casa y la música es una explosión de cuerdas; que una película me sorprenda, darle golpecitos al latón con mis uñas; me gusta la barbilla de él, cómo se ve tan guapo de traje, cómo se agarra el cabello con las manos y cómo me dice…

También me gusta escuchar a mis amigas, hacerlas sonreír; haber conocido en la secundaria a mi hermosa amiga, cómo cambia nuestra amistad para bien mientras nosotras cambiamos; haber conocido a una amiga que habla los dos mismos extraños idiomas que yo, saber que no fue casualidad sino una respuesta; mis amigas y que sean todas tan diferentes, el yogurt de durazno de alpura y si no hay pues el de fresa, hacer vocecillas diferentes a la mía, mi voz (por fin), platicar con mi única alumna de inglés y que también es mi amiga, haber conocido una amiga en la escuela de escritores, platicar con un poeta en el súper. Sentir con mis manos texturas suaves, sentir con mis manos todas las texturas; me gusta sentir con y en mis manos las manos de él, y también su barba; la poesía de todas las cosas, los dibujos de gatos, platicar con la novia de mi hermano, que la hermana de mi novio sea mi hermana, la sonrisa de la nueva cocinera de mi abuela, las papas del bacalao, esas crepas de navidad que nunca he sabido quién las hace, tocar la ensalada de frutas y crema mientras la mezclo con mis manos; me gusta que él es más de lo que yo anhelé; ir a comprar litografías al centro, los bísquets con mermelada de fresa, las galletas, las caritas sonrientes en los mensajes y en las galletas, caminar rápido; Me gusta ver las fotos de él, extrañarlo muchos días hasta que por fin lo vuelvo a ver, también me gusta verlo mientras yo abro la puerta de cristal; pisar de una forma específica las calles empedradas, ni siquiera lo puedo explicar. Me gusta que mi hermano entienda todo lo que soy y saber que así me ama, ver películas juntos, platicar; las películas sobre escritores ya sean buenas o malonas, recordar y extrañar lo azul marino que es el que fue mi maestro de violín, tener sueño y dormirme; saber que Dios es fuerte y ser fuerte en eso, saber que Él me hace estar tranquila, poder tener paz porque Él así lo ha dicho; que me guste el que me gusta, que el que me gusta me ama, que yo lo amo a él; que se me está olvidando poner muchas cosas por tener tanto sueño, escribir de lo que me gusta, cantar mientras camino por la calle, cantar mientras trabajo, mientras bailo, mientras me arreglo. Abrir la ventana y cantar en mi cuarto, cerrar la ventana y seguir cantando, dejar de cantar si así quiero, hacer ejercicio sola; despertar con un mensaje de él o con una llamada suya, me gusta un hombre (de inicial J.A.), su nombre, que es hombre, que yo soy mujer; sonreírles a los niñitos en el autobús, escribir; escribirle a él. Me gusta saber que mi corazón está en las manos del más bueno y poderoso, que mi papá me escribe, mi ranita de peluche, la suavidad de mi ardilla de peluche, aceptar que tengo una rana y una ardilla de peluche, también un mini osito. Me gusta mi Dios y que gracias a Él también puedo ser libre, amar, vivir, y gustarme yo. Estar feliz, los panes con trozos de piloncillo, la canela, las usher de canela, las tazas; me gusta mi novio y decirles a todos que lo es y que me gusta, también todo lo que no escribí de él.

Me gusta lo que me gusta y que algunas cosas que me gustaban antes ya no.

Hmmm

Algunas veces me pregunto tantas cosas...

Mi playa

Estar junto a ti es volar hasta un país del que nunca había escuchado, y huele a mar, a durazno.

Te amaré como cada estrella ama la playa. Te amo en nuestra casa junto al mar, donde la luz me baña en paz y el sabor terciopelo de la luna está en tu voz.

No sé a cuántos lugares viajaremos juntos, ni cuántas veces dirás te amo, pero yo, descalza sobre una roca, te miro, descanso.

Primavera

Para estar con él, hizo falta más que el sentimiento, hizo falta más que la decisión, no bastó el querer de los dos, ni que que todas las puertas fueran abiertas hasta que él y yo nos encontráramos.
Hacía falta que todo el rencor fuera desechado, que el miedo quedara destruído en pequeños pedazos de papel. Arrancamos el odio y lo echamos al fuego.
Ahora la fruta podrida está derribada; desde hoy el árbol da flores en cualquier mes, está junto al río. Y yo a él lo amo.
Y él me ama.

Vivir

Cuando te hablo esa palabra
la siento nueva
una risa al salir de mis labios
y en el viaje se vuelve misterio
es mi suspiro
mi beso exhalado en tus oídos
Te amo.

Lo lindo

Estoy haciendo todo lo posible por no proseguir mi lectura de Roberto Arlt, misma que he disfrutado más de lo que esperaba. ¿Será que me auto castigo? Tal vez sólo me siento culpable de disfrutar una buena lectura. Mi profesor Mario NO lo va a comprender, y yo sí quiero seguir leyendo los siete locos.

Me pregunto por qué a veces me cuesta trabajo aceptar las cosas lindas, como hacer la tarea sin que nadie me moleste, como cuando el Jóven Hombre quiere cargar mi mochila, sí, sí quiero que me cargue la mochila, no sé qué me llevó a decirle que no, tal vez me da miedo que un día deje de querer hacerlo.


Y escribir en el blog ¿No es acaso algo lindo? A mi parecer lo es, por eso a veces lo dejo y me escondo de ese placer culpable que me causa desvelarme publicando algo y que tú lo leas. En este momento presiento que si me pagaran por escribir aquí no sería lo mismo... sería mejor, claro, pero qué importa.


Me pagan por dar clases, empiezo a disfrutarlo. Disfruto bailar después de hacer ejercicio, cantar después de bailar y bañarme mientras canto... Mejor hoy mismo y para siempre abandono la culpa. Mira, se aleja ahora mismo de mí.
Qué alivio, si no me hubiera atrevido, viviría culpable de vivir, y la verdad por algo vivo.

Ser libre

Cuando desperté, lo que logró sacarme de la cama fue ir corriendo al baño, regresé con frío, deseando no tener que comenzar un día como cualquier otro. Después hice ejercicio, sudé de tal manera que podría tener calor a cinco grados bajo cero, comí casi nada y comparé mis pobres esfuerzos con la idea de estar en un gimnasio dos horas diarias y comer menos. Cuando me bañé, estuve planeando una estructura infalible para vivir un futuro de "éxitos", me preocupó ver tantas opciones y que ninguna en realidad me interesaba. Al escribir, noté lo que me hace falta, no tendría ningún caso seguir intentándolo sino hasta dentro de veintiún años más de experiencias y lectura.
Cerré los ojos, deseando que alguien me rescate.

Ahora tú vienes a decirme que ante mí callarás de amor. Me has visto atentamente, ninguna de mis máscaras puede esconder lo que soy en realidad, así te gusto.
Si tú vas a decirme algo nuevo cada mañana, si todos los días vas a conquistarme como sólo tú sabes hacerlo; si tú dices que me esfuerce y sea valiente porque siempre estás conmigo, si existe un éxito mayor al que esperaba y de tu brazo puedo llegar ahí; si te importo y piensas que soy bonita, si estás enamorado de mí; si ves lo que tengo en mis manos y puedo usarlo de tal forma que tú en mi debilidad me hagas más fuerte, entonces no me importa lo que digan los demás. Entonces sí vivo.
Es verdad, he decido escuchar lo que dices, cada vez hablas más fuerte y yo entiendo mejor.

María

Desde la cama me viste llegar

cantaste conmigo, abriste la boca

sonrisa sin dientes

te di de comer los recuerdos hervidos

galletas, atole

bailaste conmigo en las olas de sábana azul


Las nubes cubrieron tu pelo

tus ojos se fueron tras ellas

ya no pude entrar cuando me viste

te di un día nuevo por cada dos tragos de jugo

terminó mi visita y seguiste cantando


Tal vez mañana sí lo recuerdes

A mí me despertabas con fruta en la cama

me hacías reír moviendo los hombros

fingiendo bailar con Manuel

que ya desde entonces soñaba contigo en su sueño infinito.


Recuerda cómo me acurrucaba a tu lado en la sala

yo recuerdo esa arena suave de tus brazos

y tus labios contándome algo al oído


Ayer junto a la almohada

te confesé el nombre que amo

tú escuchaste palabras amables salir de tu boca

y otra vez se perdió esa voz con las olas


Entonces miraste tus manos sin forma

las mismas que me salvaban de caer en la alfombra

esas manos pintaban tus labios de rojo

dejaron de pintar negro tu cabello

las miraste sin saber cómo eran antes

sin recordar de quién son

también a mí me observaste


Sonrisa sin dientes

todo en ti dijo mi niña

pero no como antes, María

cuando tú me pellizcabas por llamarte abuelita

ahora sólo lo dijiste como desde hace diez años

como a una nube blanca

como a alguna enfermera que es buena contigo

lo dijiste como un cielo azul

tan azul que lastima.