Número 72, calle Zozobra. Tercera Parte

Dinorah trató de relajarse un poco más esa noche en la cantina, pero algo la inquietaba profundamente, una difícil pregunta le taladraba el cráneo, observó a Julio guardando los tarros, lavando sus trapos, acomodando la escasa cerveza en el frigo bar y sentándose a platicar entre sus amigos. Pensó con dolor en todo lo que él había hecho por ella, pero la pregunta seguía ahí, ¿sería capaz de traicionarlo? –La nave está lista, ¿verdad? –Le preguntó Pietro, ella asintió en silencio y se echó un bocado de pan a la boca– Yo digo que ya nos vayamos de aquí mañana mismo, no sé qué esperas Julio, hoy Nina puede contactar a todos y ¡adiós mundo cruel! –Después añadió sombrío, negando con la cabeza– Si ellos descubren la nave, Julio –Avísenles a los demás que estén preparados, el tiempo ha llegado –Respondió él, su voz retumbó como un trueno en las paredes. A la mañana siguiente, tres ratas cruzaban por la calle Zozobra, Dinorah pisó a la más lenta y pequeña de todas, que crujió bajo sus pies, las otras dos doblaron la esquina para encontrarse con un banquete de cadáveres en putrefacción. Ella continuó su camino dejando huellas de espesa sangre a sus espaldas, se dirigía hacia el castillo del Principal Guardia, sobre la calle Desolación.

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