Los escritores muertos

Una vez escuché que casi todos los escritores mueren por alcoholismo. Nunca me importó mucho el tema, hasta aquella tarde. Estaba tendido, tomando el sol en plena avenida. “¿Cómo moriremos los demás?” me pregunté.

A mi alrededor había mucha gente viéndome, yo me sentía satisfecho pues soy digno de ver. La plácida escena se interrumpió por una fila de personas parduzcas que se abrieron paso hasta llegar a mí. Eran los suicidas, los reconocí de inmediato. Sus bocas estaban selladas, andaban en silencio. Traté de preguntarles porque pasaban por ahí. Nada ni nadie les estorbaba, atravesaban a la multitud sin que esta lo notara, sólo a mí me esquivaban. Como no logré hablar con ellos, llegué a la conclusión de que “esos que se lanzan al precipicio (dígase callecita, peñasco, campo, espacio, cascada, vías del metro, patio…) olvidaron sus alas de tinta y papel”.

Los vi marcharse, muy tristes y callados. Atrás de ellos venían los espíritus marchitos, así decidí llamarlos porque así se veían y porque suena bien. Andaban sin camisa, manchas de sangre seca cubrían sus pantalones. Me levanté para ver si tenía más suerte al intentar hablar con ellos. Andaban muy lento, tuve tiempo de asomarme en el pecho de algunos (estaban abiertos) “qué raro” le dije al último, “no tienen ustedes relleno”, me ignoró. Observé sus espaldas mientras meditaba acerca de la vida. Entonces comprendí que estaban vivos. “¡Hey!, ¡oigan!” les grité “¡pueden seguir escribiendo!, ¡están vivos!”, etc. Mencioné todo lo que se me ocurrió para convencerlos, pero les importó poco, más bien nada. También desaparecieron.

“Alcohólicos, suicidas y deprimidos” pensé decepcionado al tiempo que escuchaba la sirena de una ambulancia, me recosté de nuevo en la calle, tanta atención de la gente me revitalizaba. Estaba por decirles el titulo de mi última novela, cuando de la nada llegó hasta mí un tropel de personas, todos se estaban muy pálidos pero animados; algunos parecían tristes, otros cuantos felices, uno que otro lloraba (nunca supe si de contento o por sufrimiento) “¿qué equipo ganó?” pregunté. Todos me contestaron cosas con historias diferentes. Uno de ellos hasta me recitó un poema.

Noté que sus pies desnudos andaban sobre hojas de papel, y que dejaban palabras escritas a cada paso, así que decidí seguirlos, sus cuerpos habían muerto también. Una joven, ayudándome a ponerme de pie dijo “somos los que en vida volaron con las alas escritas sobre papel” noté que sus manos estaban llenas de tinta. Y quitándome el calzado para caminar con los demás, agregó “somos los vivos después de muertos”.

Andaba muy feliz al lado de la muchacha, pero de pronto mi vista se nubló. Un rayo me partió toda la mañana, cerré los ojos con fuerza y al abrirlos otra vez, ya no vi el sol. Sólo vi a dos espíritus, me observaban muy de cerca, estaban contentos. Traté de ubicarme, estábamos en un cuarto blanco. Luego noté que esos dos no eran espíritus, eran hombres. Aquel no era un cuarto, era una ambulancia y ni estaba tan blanca, más bien amarillenta. Recordé que minutos antes yo cruzaba la esquina a pie, leyendo; hasta que un amable conductor me detuvo con firmeza, lanzándome hasta el otro lado del camellón (para que yo no corriera peligro) y después continuó dichoso su camino. “Nos dijo un testigo que antes de perder el conocimiento, usted balbuceaba cosas acerca de escritores y espíritus. Cuando llegamos estaba sonriendo, pero ya no respiraba” me contó más tarde el paramédico, moviendo sus manos regordetas de un lado a otro con nerviosismo, era novato. Yo le agradecí por haberme salvado la vida, aunque no sé si fui muy sincero. En cuanto me pude salir del hospital, corrí a fabricarme más alas de tinta, decidí no esperar hasta alejarme nuevamente de la gravedad para volver a volar.

2 esencias más:

Jazmín Tamayo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Jazmín Tamayo dijo...

Anilú... cuanto talento y cuanta sensibilidad, me encanta leerte y sirva este comentario para que sepas, que con tus letras, puedes hacerme sonreír y también ponerme melancólica. Tqm

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