Un día existieron

Me halagan la vista sus ramas crujientes
Alzándose pálidas, bellas
Belleza que ha muerto
en el último suspiro petrificado
La exhación final no las troza
Entre el cristal de sus cenizas
Y el silencio de su eterna pose
No existen, pero me sonríe su muerte
Con ella adorno la mesa, en un frágil florero.

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